04.09.2023 Jorge Villar «El Bomba»: «Si la vida me diera la oportunidad, lo haría todo de nuevo»

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Por Karina Núñez

Un niño que se fue de Minas con un montón de ilusiones, llegó a Montevideo, con mucho esfuerzo, con el apoyo de sus padres y hermanos, logró lo que nunca imaginó, ser campeón de América a través de un gol sumamente importante, con un valor emocional y afectivo que ha perdurado en el tiempo, en Peñarol y en quienes no son hincha del cuadro.

Una persona que ha tenido un reconocimiento fantástico a nivel nacional e internacional, como también en el interior, en Maldonado se destacó de gran manera.

Jugó una final intercontinental, algo inimaginable para un chico del interior y a partir de ahí está en la historia y en base a eso le marcó la vida y su don de buena gente hizo que hoy sea el intendente de Los Aromos.

Nos encontramos y nos recibió en su hogar, una persona amable que nos hizo muy fácil el trabajo de entrevistarlo, orgulloso de sus logros, pero más aún de su familia, de su esposa y su hijo.

LA HISTORIA

Jorge Milton Villar Urquiola, nació el 7 de mayo de 1967 llegó a una familia que estaba conformada por «mi papá, Gregorio Villar. Mi mamá, María Urquiola, María Josefa. Y soy parte de 7 hermanos, yo soy el más chico. María del Carmen, Gladys, Ester, Mirta, Liber, Miguel y Yolanda y yo el más chico.
Nací en el Barrio La Curva en Silvestre Blanco 877, toda mi niñez transcurrió ahí, en esa zona, en el hermoso barrio. Fui a la escuela 102 fui abanderado de la bandera uruguaya, era buen estudiante y comencé a jugar en baby fútbol en el centro barrio Nº 1″.

Cuenta que desde siempre le encantó el fútbol, «lo único que hacía era llegar de la escuela y tenía, no sé qué, quizás practicidad o virtud que era ágil para hacer los deberes. Terminaba rápido porque me iba a jugar al campito, a la esquina de mi casa, o en la falda del Cerro Artigas. La cancha tenía dos arcos de palo y jugábamos partidos de 20 contra 20. Y ahí tenías que agarrar la pelota y tenerla un ratito. Y era la manera de aprender a jugar». Nos cuenta que Miguel uno de sus hermanos jugó muchos años al fútbol, «jugó más de 20 años en la selección de Lavalleja, campeón con Sportivo, con Wander. Cuando Miguel se quiere ir a Sportivo, no sé qué pasó ahí que no le salió fácil traspasarse. Y eso me quedó grabado y mi papá me dijo que a futuro se iba a pensar».

SUS INICIOS

«Me viene a buscar Olimpia y yo no voy a Olimpia por eso mismo, la idea mía era irme a jugar a Montevideo para no tener inconveniente por la salida después. En eso mi hermano sale para Sportivo y yo lo empiezo a seguir a todos los partidos y me fui a jugar a Sportivo a los 12 años y ya empecé a entrenar. A los 13 años empecé a jugar en la cuarta división, que antes era de 14 a 18 y yo tenía 13 años. Podía jugar en primera pero no podía jugar en cuarta. Entonces salimos campeón con Sportivo y ahí fue un cabeza a cabeza, por cuatro puntos. Antes era de dos y le gané el campeonato a Olimpia. Olimpia me conocía de chico, sabía que yo no tenía 14 años y se lo reclamó a los puntos. Fue un poco un tranque mío en la carrera. O sea, Olimpia gana los puntos, sale campeón y a mí me suspenden por un año, porque no tenía edad para jugar. Podía jugar en primera pero no podía jugar en cuarta. Ahí estuve un año parado y ahí sale un campeonato que se llamó Uruguay 86 y ahí fue un poco la vidriera mía para la carrera. Estaba haciendo UTU y esa es una de las cosas que por suerte hoy ya está solucionada, porque en esa época lo que te hacían era, te solucionaban la parte deportiva, pero la parte de los estudios no.
Lamentablemente, y lo digo, porque lo principal para todos los chiquilines que quieran hacer una carrera tiene que ser el estudio, no lo pueden dejar. Pero no tuve más remedio que optar por una cosa o la otra. Me fui a Montevideo a los 14 años, me fui a la sexta de Peñarol, siempre fui hincha de Peñarol, a pesar de que mi familia estaba dividida, mi mama de Peñarol, mi papá de Nacional pero después mi familia fue toda Peñarol».

«NO FUE FÁCIL, PERO ME ADAPTÉ»

Cuando le preguntamos a Jorge, cómo fue esa transición tan jovencito del interior y llegar en aquella época a la capital del país, nos dijo «la verdad no fue fácil, no fue fácil porque yo no conocía Montevideo. Para mí todos los días eran un dilema ir a entrenar, tomarme un ómnibus, bajarme. Para mí era difícil, porque estaba acostumbrado a Minas, la tranquilidad de acá, la vorágine de Montevideo te absorbe y lo único que siempre agradezco a Dios es que nunca cambié de senda de lo que yo quería. Porque si hoy en día hay cosas, en la época que yo era chico también las hubo y eso también lo agradezco siempre a mis padres, los consejos de que uno siempre tiene que tener la mentalidad en lo que tiene que hacer y no desviarse. Desde chico la idea mía siempre fue jugar al fútbol y fue mucho sacrificio, porque dejas todo, dejas a tu familia, porque sos un niño. Ahora que tengo 56 años lo miro para atrás y digo, la verdad que gracias a mi viejo le agradezco, porque anda a dejar un niño de 14 años solo en Montevideo sin conocer nada. De a poco obviamente me fui haciendo, pero sin duda tiene mucho sacrificio, te perdés un montón de cosas. Yo por ejemplo, siempre digo, no tuve cumpleaños de 15 de nadie. Se entrena a nivel profesional, por más que sean inferiores, se entrena todos los días, no hay lluvia, nada, todos los días».

«TODO TIENE SU RECOMPENSA»

«Me perdí todo eso de la adolescencia, perdí todo. Hoy sé que tuvo su recompensa, que me pagó con algo que hasta el día de hoy estoy agradecido».
La carrera siguió, «el primer año no fue bueno, porque me acuerdo que fui en abril y ya estaba el campeonato empezado y empecé a jugar con la parte física que yo llevaba de acá, que no es la misma obviamente. Y me costó adaptarme y a fin de año me iban a dejar libre y Hugo Fernández, habló con un dirigente y le dijo, no vamos a dejarlo, que haga una pretemporada y ahí vemos».

EL DESPEGUE DE LA CARRERA

«Al otro año hice la pretemporada entera, arranqué en enero y me fue bien, la verdad, ahí fue mi despego. Hice 35 goles en el campeonato, salimos campeones, campeones invictos. Y de ahí no paré más. O sea, todos los años salía goleador y obviamente siempre tuve la posibilidad de hacer goles clásicos en inferiores, que te miran mucho porque cuando vos jugás en un club grande debe pasar lo mismo del otro lado. Tenés tres campeonatos, el campeonato uruguayo y los dos clásicos. Después del otro partido, si ganás no pasa nada, pero eso es lo que te enseñan, desde que llegás. Jugué en inferiores, jugué 10 clásicos, gané 9 y empaté 1. O sea, era muy buena la categoría en la que yo caí, por suerte. Gran parte de ella fue la que formó el plantel. En el año 86 me citan a la selección uruguaya juvenil, que fuimos a Qatar. Perdimos la final por penales con Marruecos. Fue una experiencia también para todos nosotros. De ahí te das cuenta que a nosotros nos citaron nueve de Peñarol para esa selección. Fuimos los nueve a Qatar, de 18 jugadores que viajaban, nueve éramos de Peñarol y jugábamos de titular, ocho. O sea, esa categoría que teníamos nosotros era muy buena. Y después muchos de esos fueron los que se llevó a primera, para lograr la Copa».

CON UNA ZURDA PRIVILEGIADA

Le hicimos referencia a que siempre se dijo que tenía una zurda privilegiada y nos dice «sí, la verdad que la trabajaba también, me preocupaba porque a veces te tenés que dar cuenta de la virtud que tenés. Yo tenía la virtud de pegarle bien a la pelota, pero me preocupé siempre también por entrenar. Fui jugador y yo lo entrenaba, los goles de tiro libre no son casualidades, son causalidades. Porque uno lo entrena y vos llegás y al momento, si vos entrenás, llegás y te quedás en una jugada, en un lugar, en una posición, sabés que no tenés chance, el goleador tenés chance. Y lo pude practicar y lo pude disfrutar mientras jugué. Estuve también en El Salvador y en Japón, estuve un año en Japón y un año en El Salvador. Fueron años difíciles en El Salvador.

No era El Salvador que vemos ahora, estaban en guerrillas, complicados. Más que nada, como yo siempre digo, cuando le pasa uno, no pasa nada, pero siempre mi preocupación era mi señora y mi hijo. Que nosotros siempre somos y toda la vida hemos sido un paquete, vamos los tres para todos lados. Pasé un año duro en ese sentido, porque siempre estaba con los nervios de punta, porque era una situación muy difícil. Por lo menos en la zona donde yo vivía, porque San Salvador no era tan peligroso. Pero yo estaba en San Miguel, que es bien como Montevideo -Minas a 120 kilómetros de la capital. Una ciudad humilde, para nosotros tranquila. Nosotros vivíamos en un complejo privado, con guardia de seguridad en la puerta. Pero en ese momento nosotros no estábamos acostumbrados a eso. Y la verdad, cuando estábamos los tres juntos, la pasábamos muy bien. Pero cuando tenía que salir, ahí sí la pasaba mal. Un par de veces que salíamos a jugar a la Copa de Centroamérica, siempre agarraba a Silvia y a Fede y los dejaba en un hotel para poderme ir tranquilo».

«En Japón también tuve una experiencia muy buena, en Japón pasamos espectacular. Fue un año divino, fuimos con dos uruguayos más, Fito Barán y Eduardo Acevedo. Deportivamente nos fue bien, yo había ido a préstamo. Obviamente no eran los números que se manejan ahora. Y en ese momento renovar un préstamo no era fácil. También justo a finales de temporada falleció mi papá estando yo allá, fue un momento difícil para mí también, me quería venir».

EL RETORNO A URUGUAY

«Después vuelvo de Japón y vuelvo a River, juego un año en River de Montevideo, y eran épocas muy difíciles del fútbol uruguayo. No había plata, me acuerdo que ese año que fue en el año 93, cobré dos meses de sueldo, los otros diez quedaron para atrás. Los cobré al otro año. Un día, conversando con Silvia, le dije, porque nunca me pude adaptar a Montevideo porque no me gusta y ya estábamos viviendo acá, y le digo, ya no quiero viajar más, no quiero jugar más y medio me había cerrado. Y surge la posibilidad de ir a jugar a Piriápolis por intermedio del Zurdo García. Él había jugado allá y un día me hicieron una propuesta muy adecuada, muy buena, me gustó y me fui a jugar ahí, estuve un par de años y a los dos años, le pido casa para irme a vivir allá. Mi señora es maestra, estaba trabajando en la escuela de Piriápolis, estuvimos viviendo ahí un año divino. Y estando ahí, me salió El Salvador. De Piriápolis hasta el día de hoy tengo los mejores recuerdos. Después jugué en la selección de Liga Federada, salimos campeones con la Liga Federada. Siempre le digo a mi señora, lo importante a veces no es ganar, sino que vos dejes un buen ejemplo, que la gente quede contenta contigo de que hiciste las cosas bien y que no los defraudaste».

«ELEGÍ A LA MEJOR MUJER»

Jorge conoció a su esposa a los 15 años, Silvia tenía 14. «Fue en un baile en el Democrático. Yo ya estaba en Montevideo y la vi y me impactó, una morocha de ojos claros que me impactó, la invité a bailar y salimos, conversamos ahí. Pero ella estaba con la hermana, bailamos creo que dos canciones y cuando quise acordar ya no estaba, me la habían llevado. Después a los 17 años otra vez sucedió y ahí sí ya no hubo más escapes. Desde ahí nos ennoviamos y nos casamos en el año 89. En el año 91 fuimos papás de Federico. A Federico le gusta el fútbol, le encanta pero como todas las cosas a veces surgen las comparaciones y ha sido un poco una mochila para él. Así que está a punto de recibirse de profesor de educación física y siempre va a tener nuestro apoyo y nuestro respaldo».

EL RETIRO: «LA CÉDULA PARA TODOS PASA»

Llega un momento en que decide alejarse de lo que es el fútbol, la práctica, y el goleador, nos dice «la cédula para todos pasa, y en el fútbol más todavía. Me retiré cerca de los 40, estaba jugando en Sportivo acá, en el cuadro del cual soy hincha. Me retiré, dejé y me quedé un poco ahí, porque no es fácil, al otro día no es fácil. Son cosas que solo el jugador de fútbol las sabe, el no poder ponerte la ropa para ir a entrenar. ¿Sabes cuál es el tema también? Que lamentablemente, de la cabeza estás clarito, pero no estás de las piernas, obviamente todos tenemos orgullo, ir a pasar vergüenza a nadie le gusta. Entonces me retiré y seguí laburando en lo que estaba, en la OSE, con un auto contratado.Como todos saben como es el tema, un día cambia el gobierno, gana Tabaré Vazquez, no era del partido y me quedé sin laburo. Me fui a una fábrica, a la fábrica de motos, porque trabajaba mi hermano, era el encargado de ella, el gerente en la fábrica Yasuki, y estuve ahí un tiempo, pero también se terminó la fábrica y me voy la intendencia a la oficina de Deportes. En la oficina de Deportes estaba muy cómodo, era Gobierno de Adriana Peña.  Adriana conmigo se portó, la verdad, espectacular. Un día estaba en la oficina y recibo un llamado de Montevideo, era Osvaldo Jiménez, y me dice, tengo que hablar contigo. Un día agarré el auto y fui hasta Los Aromos, realmente no quería ir a ese lugar, porque se te cruzan un montón de cosas. Se me erizó todo, la verdad que hacía muchísimos años que no iba».

INTENDENTE DE LOS AROMOS

«Conversamos y me ofreció el cargo de intendente de Los Aromos, a raíz del contacto de Diego Aguirre, con quien en el 87 jugamos juntos y tenemos una amistad con Diego. Lo charlé con mi señora, pero debo decir que yo estaba trabajando en la intendencia, entonces hasta no saber que iba a pasar, pido licencia acá, en enero, y arrancó en Los Aromos, pero un conocido diario de Minas publicó, que estaba trabajando en dos lugares a la vez. Me llama Adriana y le digo, tranquila, ya voy a firmar, a veces es increíble por las cosas que uno tiene que pasar. Eso fue en el 2011, pero me fui acomodando el cuerpo y hoy por suerte estoy muy bien».

Al preguntarle qué es el cargo de intendente, nos cuenta «imaginate que Los Aromos es como un hotel, donde tenés que brindar desde la sala hasta el agua a los jugadores, todo lo que te imagines. Como si vas a un hotel all inclusive. Tengo 10 personas a cargo y tengo que hacer que funcione todo. Lo único que ahora, por suerte, yo tengo dos personas a cargo, que son los que tienen mantenimiento de canchas, que no me corresponden más a mí. El mismo que maneja el estadio de Peñarol, maneja la cancha de Los Aromos. Pero después todo lo demás, lo que es limpieza, hotelería, comida, todo eso va por mi parte».

EL APODO

Cuando le preguntamos por qué le dicen Bomba, nos cuenta, «Bomba fue un apodo que me puso Julio Ríos. Un día estábamos por jugar Peñarol – Wanderers, estábamos parados, siempre con Julio tuvimos muy buena onda. Estábamos conversando antes de empezar el partido, porque antes era todo diferente a lo que hoy es el tema del fútbol, el periodista, la gente. Nos pusimos a conversar y me dice, te tengo que poner un apodo para que pegue y dice, ya sé, Bomba. Fui a jugar y justo esa tarde le hago un gol de tiro libre a Celso Otero, era el golero de Wanderers. Le hago el gol ahí y de ese partido empezó el apodo mío».

AGRADECIDO AL FÚTBOL Y A LA VIDA

Villar, para finalizar nos dice que ha sido «muy feliz, muy feliz y si me dieran la oportunidad lo haría de nuevo. Porque soy feliz con mi familia, con mi señora, con mi hijo. Feliz con la carrera que hice. A veces pienso que me dio el fútbol más de lo que yo pensaba. Siempre voy a estar agradecido al fútbol por todo el conocimiento que me dio».

«Hoy hace alrededor seis años que no agarro una pelota, me cuesta porque no quiero que me pique el bichito, porque hay fútbol para toda edad. Pero no quiero que me pique el bichito porque sé cómo soy, después me pongo a entrenar en serio, no como, no salgo. Me fanatizo porque me gusta. Me gusta demasiado y hoy quiero disfrutar con mi señora. Porque mi hijo ya prácticamente no vive acá».

HOMENAJE A SU SEÑORA

«Esto también es un homenaje a la mujer del jugador de fútbol, porque es la más sacrificada, pasa mucho tiempo sola, la mayoría criando a sus hijos sola. Mi señora se quedaba sola con Federico, se quedaba sola, yo me concentraba, me acuerdo de una liguilla que tuvimos 15 días concentrados y ella estaba sola. También cuando te toca perder, que no quieres salir porque no me gustaba salir a la calle y que me dijeran cosas. Entonces todo eso hace que tengas al lado a la persona ideal, y yo no le erré. Siempre fue muy compañera conmigo, y supo entender todas esas cosas. Las cabecitas nuestras a veces son complicadas, hay días que venimos complicados, porque estabas jugando de titular, vas a la práctica en la tarde te sacaron y estabas de suplente, por eso quiero disfrutar a su lado».

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