02.10.2023 Diego Berrueta: «Se puede salir adelante»

Por Karina Núñez
A veces algunos jóvenes ven común el experimentar con el alcohol y las drogas durante la adolescencia. Desgraciadamente en muchos casos los adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el presente y las consecuencias del mañana. Los que consumen tienen la tendencia a sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que otros experimentan.
Siempre se reflexiona que las adicciones llevan a tres caminos en lo general, el hospital, la cárcel y el cementerio. Por suerte a veces eso no llega al final y hoy nuestra historia de vida es de alguien que decidió continuar, seguir adelante, dejar las adicciones y vivir en este mundo de una manera diferente, trabajando, dedicándose a una familia y viendo que a pesar de lo difícil que todo puede ser, es maravilloso vivir dignamente.
Nuestra historia de vida es de un joven de 32 años, que pasó por muchas cosas, que vivió hasta la segunda etapa, hospital y cárcel, pero que algo hizo ese cambio para continuar.
Diego Martín Berrueta Ferrara llegó a este mundo el 8 de julio de 1991. Llegó a una familia que estaba conformada por su madre, su papá y su hermana dos años mayor.
Diego recuerda su niñez con una familia hermosa, contento siempre, divertida. El fútbol era lo que más le gustaba desde pequeño, la escuela a la que concurrió fue la número 2. Hizo el jardín 109, con tres y cuatro años y ya después desde jardinera hasta sexto año de la escuela siempre en la escuela 2.
Nos cuenta que era un alumno excelente, «fui abanderado del Pabellón Nacional. Pasé de primero hasta sexto todos los años con sobresaliente. Después continué con el tema del liceo, hasta cuarto año llegué sin quedar a examen, ni nada, incluso en primer año me dieron una medalla como uno de los mejores alumnos de todo primero del liceo Fabini. No sé si me gustaba o no, pero tenía facilidad y era una persona responsable».
Diego siempre fue de tener muchos amigos, nos dice «dentro de todo, siempre fui una persona que se hizo querer. En cuarto año por primera vez quedé a exámen, pero luego pasé a quinto Humanístico y ahí ya fue cuando empecé con el tema de la adicción».
Cuando le preguntamos cómo arrancó todo, nos dice que «fue solamente por el hecho de querer probar. Empecé con tabaco, cigarros, a escondidas, como todos. Capaz que con 14, 15 años. Después soy sincero que me daba miedo el tema de la marihuana, tenía amigos de juntada, compañeros, que consumían, no con frecuencia, pero consumían. Y yo por un momento, por el miedo a ver qué me pasaría, cómo reaccionaría, no lo hacía, hasta que probé. Comencé a frecuentar, era como algo más cotidiano, por lo general la marihuana era todos los días, pero no, uno tras otro, pero sí todos los días».
Cuando consultamos si sentía que lo descontrolaba nos afirmó que «hasta ese momento no, pero después fue una mezcla de todo, empecé a salir más, o sea, los fines de semana empecé a beber alcohol, la mezcla era incontrolable. Después nuevamente por curiosidad, entré en el tema de la cocaína, que fue con lo que seguí. Eso en un principio lo frecuentaba cada fin de semana como para estabilizar el grado de alcohol y más o menos mantenerme estable. Ahí ya estaba trabajando y estudiando, empecé de menor, con mi abuelo, lo acompañaba a hacer repartos, después estuve con mi tío en lo mismo, lo acompañaba a repartir, carga y descarga. Luego cuando cumplí los 18, ya estaba trabajando de manera formal, pero ahí ya estaba más metido en el tema de droga. Nunca me di cuenta que me estaba haciendo mal; yo lo que siempre digo, en todo ámbito general de todo tipo de enfermedad, no sólo con la adicción, que hasta que uno mismo no reconoce que tiene un problema, no se va a mejorar, porque vos lo que estás haciendo, pensás que está bien».
Entonces, «el primer paso importantísimo es reconocer que vos tenés que salir, que estás mal y que tenés un problema. Darte cuenta cuál es ese problema».
Diego reconoce que nada fue fácil para su familia, pero al ser una familia que no frecuentaba esto, era todo totalmente ajeno. Entonces, nos dice «la piloteaba, y siempre utilizaba algunas cosas y mentiras para que no se dieran cuenta en donde estaba metido».




EL FÚTBOL
Siempre fue un buen jugador de fútbol, cuando niño hizo baby fútbol, en River, «también de niño estuve en la selección de Lavalleja. Incluso salí campeón del Este, tres años con la selección de baby fútbol. Con el club de River también salimos campeones. Tenía trofeos de goleador de la categoría 91, medallas, diplomas, mis padres me guardaban todos los recortes de diarios y todavía hoy los tengo. Después, jugué en Lavalleja, que también salimos campeón en sub 15, sub 17».
OTRO CAMINO
«Lamentablemente después llegó el momento en que decidí probar la cocaína, fue en un periodo corto, porque enseguida probé la pasta base, que ahí fue cuando empezaron los problemas. Creo que tenía 17 años, porque incluso tuve un acontecimiento policial, un antecedente por hurto y yo era menor todavía. Me habían puesto unas medidas de ir a firmar a la comisaría».
Al hacerle referencia si la pasta base es lo peor que se puede consumir, Diego nos dice que «dentro de las adicciones, sí, porque es una droga barata, pero a la larga termina siendo carísimo, porque el efecto que tiene es de que siempre querés más. Vos consumís esa dosis, pero querés más, querés más, querés más, y siempre querés más. Más de una vez me tocó meter la mano, no en grado de robos de casa, sino con chiquitaje. Por ejemplo en un supermercado, sacás desodorantes, bebidas alcohólicas, cosas que podés transar rápido y en el momento. Ya inmerso en la droga, un día mi familia se reúne y sale la propuesta por parte de una tía de que me fuera con ella a Paraguay, como una forma de poder ayudarme a salir del ambiente, y me fui, en ese tiempo que estuve allá dejé de consumir, incluso trabajaba, estudiaba, estuve haciendo un curso de cocina, trabajé en un supermercado. Después conocí gente uruguaya y trabajé con un hombre que había comprado la firma La Pasiva».
«LAS RECAÍDAS ME FRUSTRABAN»
«Cuando me volví, durante tiempo no consumí, pero recaí, y cada vez que lo hacía, entraba en una etapa de frustración e impotencia, no quería salir de mi casa, me sentía avergonzado conmigo mismo. Porque durante tiempo estaba bien, me recuperaba, y en una noche, todo eso terminaba por lo que consumía, y realmente eso me hacía sentir mal».
Diego recuerda que desde los 16 años que comenzó a consumir, hasta que estuvo privado de su libertad, estuvo siempre en lo mismo, fueron muchos años.
El caer preso, no es nada fácil, «insólitamente el click lo hice estando privado de mi libertad en las salidas transitorias. Llevaba más de un año preso y me aceptaron el pedido de salidas transitorias. Recuerdo una salida, al principio eran de 12 horas. Después me la ampliaron a 36, salía una vez al mes y me acuerdo que fue la segunda vez de esa transitoria, salí en la noche, era un cumpleaños, me junté, empecé a tomar alcohol y terminé consumiendo y se pasaron las horas y yo me tendría que presentar y no aparecía. A la cárcel llegué, volví, cuando aparecí, me llevaron otra vez a la cárcel con esa misma frustración que me pasaba cuando yo me mantenía bien y recaía. Ahí me di cuenta que el problema era recaer en el alcohol.
Porque estaba en el centro de rehabilitación, estaba fuera del país, he estado en condiciones malas, que me han tenido que llevar al hospital y sabía que lo que me faltaba era la muerte o estar preso, que es lo que siempre te dicen, los caminos son tres, hospital, cárcel o cementerio. Yo ya estaba en la cárcel, y ahí dije, no tomo más alcohol».
El estar privado de libertad era por 24 meses, pero «estudié en la cárcel. Entonces con exámenes aprobados tenía reducción de pena, salí un 23 de diciembre, y cumplí la pena de los dos años un 7 de abril».
«ELLA ME AYUDÓ A CAMBIAR»
«En ese momento ya sabía que no quería volver a eso, no quería volver a consumir, ni a mandarme las mías. Por ese entonces ya había conocido a Karina, quien hoy es mi compañera de vida y mamá de mis hijos. Con Karina nos habíamos empezado a comunicar estando en la cárcel y empecé a salir con ella el mismo día de mi libertad, el 23 de diciembre. Ella fue sin duda una gran ayuda para mi vida, me hizo no flaquear, me hizo ver que la vida también va por otros caminos, porque cuando estás en esa, la droga, el alcohol, las mujeres es algo fácil. La cárcel fue cosa seria, aunque debo reconocer que entré en razón a los días de haber ingresado. Estuve en Canelones, que es una cárcel que está totalmente cerrada, había un día de salida planchada, se le llamaba, que eran lunes, miércoles y viernes. Pero yo estaba en un sector donde vos salías, era un lugar techado con toda la pared, salías de tu celda, pero seguías estando encerrado. No salías al aire libre, respirando y viendo sol, además cada vez que se abrían las puertas, se resolvían los problemas. Peleabas con cuchillos, venía la guardia, bala de goma y demás».
«A pesar de todas las cosas que hice, siempre digo que mi familia nunca me abandonó. Uno tiene que ser fuerte de mente también en esos lugares, en mi caso, después de mi experiencia, digo que si sos medio débil de mente, no sé si aguantás la toma, porque el tema que es mucho encierro, además era una celda para dos o tres personas y terminamos siendo ocho, hacinados, durmiendo y viviendo 24 horas juntos, todo delante del otro, sin privacidad para nada».
EL REINSERTARSE
Cuando sale en libertad, vuelve a Minas, y ahí es cuando queremos saber si el reinsertarse nuevamente en la sociedad le fue difícil y cuenta, «siempre supe que con todo esto era malo para mí, pero como persona me considero buena persona y por suerte en ese sentido gente que ya me conocía obviamente se alegró de verme, o sea nunca tuve como ese rechazo, incluso muchas veces me pasaba a mí de ese miedo del qué dirán, o me pasaba de ir a algún lugar y justo se perdió algo y yo sentía ese miedo que pensaran que había sido yo, me pasó muchas veces. Cuando pasó todo lo mío, yo estaba trabajando en la intendencia, había ingresado en el 2014, luego de todo me dieron otra oportunidad y volví a la intendencia e incluso hasta el día de hoy sigo como changa. Primero me tomaron a prueba, me tomaron por una quincena nomás, la cual me mandaron para la Planta 3. Hoy estoy en la sección Arquitectura, en la parte del parque Rodó, estoy en la cuadrilla de los pintores. Hace poco concursé, quedé dentro de la gente que aprobó, debí estudiar un montón de cosas, y quedé dentro de los primeros 20. Pero hasta el momento sigo como changa. Siempre digo, que el día que logre quedar efectivo, lo voy a lograr por mi cumplimiento, por mi funcionamiento, o en el caso de quedar en la parte administrativa, será por haber estudiado y porque yo me lo gané».
SU PROPIA FAMILIA
Cuando hablamos de los hijos, a Diego se le iluminan los ojos, «mis hijos son hermosos, Gena es el más grande, Gena es el nene de mi pareja, cuando yo la conocí, él tenía cuatro añitos, apenas hablaba. Cuando llegó Bastian, un 16 de febrero del 2021, fue un cambio radical para mi vida; siempre fue un sueño, tener un hijo. Y fue todo muy de golpe, porque estamos hablando de una familia. Mi independice formé una familia y en su momento fui el sostén de una familia, durante mucho tiempo con el sueldo de la intendencia como changa, y además con trabajos por fuera, trabajando en la albañilería y también de noche como repartidor de delivery. Casi que ni veía a mi familia porque cuando llegaba en la noche ellos ya estaban durmiendo. Un año y medio estuve así y dejé el reparto, una licencia, en diciembre, nos fuimos para la casa de la playa y Bastian ahí tenía 11 meses, y fue la primera vez que estuve más tiempo con mi hijo. Ahí me di cuenta que nunca había estado con él, entonces cuando volví y que debía reintegrarme, agradecí muchísimo a mis patrones y les dije la explicación».
LA FELICIDAD DE LAS PEQUEÑAS COSAS
Diego hoy es un hombre feliz, se quiebra ante nuestra pregunta, los ojos se llenan de lágrimas y queda un silencio, porque nos dice «sí, soy muy feliz, tengo mis cosas, muchas veces lo hablo con Karina, todos tenemos problemas, la parte económica es importante, pero se le sale a la vida, se le busca la vuelta.
Mientras a los niños no les falte nada, después uno se la rebusca. Pasé por situaciones muy jodidas, supe no tener nada, por mi decisión, pero hoy en día tengo todo, los tengo a ellos y eso ya me hace sumamente feliz».
EL MENSAJE
Para finalizar, le pedimos un mensaje para aquellos que viven esa situación, donde la droga está inmersa en sus vidas y Diego dice «siempre deben buscar la vuelta y que busquen ayuda. Que no sientan vergüenza, que piensen primero que nada en uno mismo, primero yo, segundo yo, tercero yo, y después en la familia. La familia es la que siempre va a estar, tendremos nuestros errores, nuestras idas y vueltas, nuestras peleas, nuestro todo, pero los que siempre van a estar y más en las que duele, son ellos. Hoy les digo que se puede, se puede salir, yo pude, otra gente ha podido, solo hay que creerlo y quererlo, porque todo el tiempo es una pelea, ya sea desde el alcohólico, el que es adicto, toda la vida lo será, pero se puede, hoy tengo una familia hermosa y con eso ya siento que gané».