14.09.2015 Columna de nutrición
La obesidad es una epidemia en expansión que determina una alta morbimortalidad para la población general y altos costos para el sistema nacional de salud.
En Uruguay, 54% de la población adulta individuos entre 18 y 65 años o más excede el índice de masa corporal de 25 kg/m2 (IMC = peso corporal en kg / talla en m2) y el 20% el IMC > 30 kg/m2 lo que determina Obesidad.
Uno de cada dos adultos uruguayos padece sobrepeso u obesidad y uno de cinco es obeso.
Se señalan grupos de riesgo y oportunidades en prevención. También se analiza la relación de la obesidad con las enfermedades cardiometabólicas, que aumentan dramáticamente en línea con el IMC y la medida de la cintura, como la hipertensión arterial, la cardiopatía isquémica, la diabetes 2 y el Stroke.
Estas cifras epidémicas de obesidad y sus comorbilidades determinan un alto riesgo sanitario para la población general y económico para nuestro sistema nacional de salud. Estas cifras se obtienen de la Segunda Encuesta Nacional de Sobrepeso y Obesidad (ENSO 2) adultos (18-65 años o más) realizada en nuestro país en el año 2009.
Etnias y culturas diferentes, donde la obesidad históricamente ha sido siempre muy baja, están siendo invadidas por la globalización del «estilo de vida occidental» y consecuentemente está aumentando la ganancia de grasa corporal en población urbana, tanto en adultos como en niños-la pandemia de obesidad es la expansión planetaria de las grandes enfermedades crónicas del siglo XXI: enfermedad vascular, diabetes 2, cáncer y aumento de mortalidad global.
Todas la comorbilidades de riesgo cardiovascular diagnosticadas previamente por el médico se relacionan en forma lineal con el aumento del IMC.
IMC e hipertensión arterial (HTA)
La HTA alcanza niveles muy altos. La frecuencia de HTA aumenta en línea con el IMC (9% de los normopeso, 30% de sobrepeso, 48% de obesidad grado I y 51% de obesidad grado II).
IMC y colesterol
El 13% de los encuestados sabían que tenían colesterol elevado, existiendo una correlación positiva entre el IMC y niveles de colesterol; 8% en normopeso, 17%(3) en sobrepeso, 20% en obesidad grado I y 17% obesidad grado II.
IMC y uricemia
Esta misma correlación positiva se observa con la hiperuricemia e IMC (4% de normopeso, 8% de sobrepeso, 9% de obesidad grado I y 11% de los de obesidad de riesgo).
IMC y diabetes
El 5,4% de la población encuestada eran diabéticos conocidos, de los cuales 0,3% se insulinizaron antes de los 40 años y 0,2% después de los 40; 3% tomaba medicación y 1,9% estaban tratados sólo con dieta. De modo que clínicamente, 92,5% de los diabéticos conocidos detectados en la encuesta se presentaba como tipo 2. Existe una correlación positiva entre IMC y presencia de diabetes (6% de los normopesos, 8% de sobrepeso, 9% de obesos y 11% de los que presentaban obesidad de riesgo).
IMC y enfermedad coronaria
Del total de la población, 9% presentaba coronariopatía demostrada, presentando una clara correlación con el IMC. Sólo 5% de los normopesos, 11% de los individuos con sobrepeso, 13% de los pacientes con obesidad grado I y 18% de los que encuestados con obesidad grado II presentaban CID.
Hemiplejia
La obesidad duplica el riesgo de hemiplejia. En los normopeso se presenta en 1,5% de los entrevistados y en los obesos en 3,3%.
El NSE y cultural influyen notoriamente en la incidencia de la obesidad, que predomina en los estratos bajos y medio. Esto se ha llamado la obesidad de la pobreza u obesidad con desnutrición.
La educación y el NSE determinan la posibilidad de mayor conocimiento y acceso a un estilo de vida saludable, con alimentación y actividad física adecuadas.
Es impactante el alto grado de sedentarismo que presentan los uruguayos, 66% de la población es absolutamente sedentaria.
Los efectos protectores de la actividad física regular sobre la ganancia grasa y riesgo cardiovascular son bien conocidos. Esta observación, junto a las horas de televisión diarias, señala la necesidad de actuar en prevención promoviendo la actividad física a nivel nacional.
Estas comorbilidades representan, en conjunto, un enorme impacto sanitario y económico para Uruguay. Es necesario incrementar las medidas de prevención a nivel nacional, identificando a los grupos de riesgo, incentivando la educación en los cambios de estilo de vida saludable y asistir a los estratos socioeconómico-culturales bajos de la población, más vulnerables a la epidemia.
Leticia Cedrés Menchaca
Lic. en Nutrición.
«La constancia es el secreto del éxito»