30.03.2020 Un jugador compulsivo dispuesto a ayudar «Perdí todo, tratando de ganar algo»
Por Karina Núñez
La ludopatía es una patología que consiste en la alteración progresiva del comportamiento por la que el individuo experimenta una necesidad incontrolable de jugar, por encima de cualquier consecuencia negativa. Está reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud y por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). La ludopatía se produce en los juegos que tienen capacidad adictiva, que son aquellos en los que transcurre poco tiempo entre la apuesta y el premio conseguido.
Las personas que estén pasando por momentos de inestabilidad psicológica o que tenga problemas personales y sociales representan un grupo de riesgo importante a la hora de desarrollar ludopatía. El juego puede servir de escape para huir de la realidad y acabar convirtiéndose en un hábito patológico necesario.
UN DÍA A LA VEZ
Diario La Unión desde siempre ha llevado adelante toda la información existente con respecto a esto y los grupos que se forman para ayudar a quien lo necesitan.
Es por ello que dialogamos con Jorge quien desde hace muchos años viene en el día a día recuperándose de la ludopatía, y que hoy ayuda a quien está padeciendo la enfermedad, y fue consultado por nuestro diario, para saber cómo afronta una persona que tiene esa necesidad de jugar compulsivamente o que acude a los grupos de ayuda, a estos días que vivimos donde se nos solicita el aislamiento social.
En tal sentido, Jorge señaló que «estas horas en las que vivimos nos ponen más ansiosos, nerviosos, ya que no sabemos como será nuestro futuro, de cómo terminará la historia y de qué manera, porque no lo sabemos, solo sabemos que debemos cumplir con determinadas normas que se nos imponen».
Para las personas que tienen un problema de adicción, dijo Jorge, «como quien te habla, que soy jugador compulsivo, hace 16 años y 4 meses que no apuesto a nada, pero igual soy un enfermo emocional, para esas personas que tienen esa problemática de adición, que estén en carrera de juego o hayan dejado de jugar, las recaídas emocionales son más frecuentes y más profundas que las de otra persona que no ha tenido la desgraciada de cursar una adicción».
«Cualquier adicción es una enfermedad emocional, es proveniente de una enfermedad emocional y el juego en este caso, no es la causa sino la consecuencia de las enfermedades que tenemos emocionalmente. Siempre hubo factores o elementos que nos hicieron en algún momento de nuestra vida sentir que no podíamos con esa situación», explicó.
«Una mala crianza, una muerte prematura, una separación, de padres, de abuelos, muerte de abuelos, ser único hijo, o en tener hermanos que pensamos que le dan preferencia, es decir hay tantos factores que hacen que emocionalmente uno se sienta que no está siendo comprendido. Son esas mochilas que nos cargan cuando somos jóvenes y niños. Luego la evasión, es ir a algún lugar donde uno se sienta cómodo, donde no tenga que pensar, no tenga que tomar decisiones y si lo tengo que hacer lo haga uno mismo, que tenga la potestad de decir me voy a una sala de juego, me siento frente a una maquina y pongo tantas fichas como quiera. Pero llega un momento donde me meto en cuentas que no puedo devolver, pero me siento a gusto en una sala de juegos, en un lugar donde me sirven café, me dejan tranquilo, hay luces, música, uno se siente bien. Eso sucede cuando se comienza en algo de adicción, que refiere a la falta de confianza, la baja autoestima, los miedos, frustraciones, y todo eso nos lleva a enfrentarlo ante cualquier cosa, ya que el tema del juego es tan grande, como personas en el mundo», manifestó.
«A VECES EL JUEGO TIENE MÁS FUERZA QUE LA VOLUNTAD»
Según Jorge esta enfermedad muchas veces trata de voluntad, «muchas veces aquellos que juegan lo sabrán, que se dice, esto no lo voy a volver a hacer, porque me estoy volviendo loco, porque no me alcanza para pagar las cuentas, dejé de pagar mis cuentas, para ponerlo en una maquina y ahora no se que hacer, a quien recurrir, porque ya no tengo más prestamos para solicitar, no sé qué más decir en mi casa, pero siempre encontramos el pretexto.
La fuerza de voluntad, muchas veces no existe, porque por más voluntad que uno pueda poner, el juego tiene más fuerza que mi voluntad».
«Porque esta es una enfermedad que se caracteriza por la obsesión y la compulsión, siempre se está pensando como ir a jugar, conseguir el dinero, como vas a jugar mañana o pasado. Eso se llama obsesión y cuando comenzamos a jugar y no podemos parar, eso se llama compulsión, ya que una vez que estamos en la carrera no podemos parar a menos que nos quedemos sin plata», señaló.
TRES ETAPAS: LA LOCURA, LA CÁRCEL O LA MUERTE
«Cuando alguien llega al extremo de estar inmerso en la adicción, viene la etapa que no tiene de donde conseguir el dinero para seguir jugando, se le terminó a donde ir, y pueden pasar tres etapas, la locura, que loco ya está porque para llegar al extremo de robar a la familia, en el trabajo, de pedir prestado, pedir préstamos y demás, ya estés loco de verdad, pero también está la de terminar de la cárcel, porque si descubren que robaste, o no tenés cómo pagar y la última es la muerte, la auto eliminación, porque hay muchas personas que llegan a acabar con su vida, porque no pueden con la misma», manifestó.
ASUMIR QUE SE ESTÁ ENFERMO
Por eso la solución es muy difícil, pero también es muy sencilla, dijo Jorge, «asumir que uno está enfermo, y empezar a recuperarse sin jugar. Conozco lo que a mí me ayudó a salir, que es un grupo de personas que se llama ‘Jugadores anónimos’ que son personas jugadoras compulsivas en recuperación, que funciona todos los días en Montevideo y los viernes de 19 y 30 a 21 y 30 horas en la iglesia Santa Teresita en Minas».
«Por eso la idea es que aquellas personas que tengan dificultades o necesidad de pedir ayuda, pueden encontrar un teléfono, para ser atendidos amablemente y los ayudará solo por hoy, porque esto es un día a la vez. Pero lo importante de esto, es que de a poco, sin apostar uno puede comenzar a conocer el sano juicio, y comenzar a vivir una vida normal, sin mentiras, sin prestamistas, sin acreedores, con una familia que puede perdonar», expresó.
Agregó que «lo mejor que nos puede pasar es empezar a concurrir a un grupo de ayuda, porque esas personas saben lo que estás pasando, están para ayudar siempre».
En Minas se pueden contactar a través de la página www.jugadoresanónimos.com.uy o al celular 096492493.
