14.08.2023 Pablo Graña: un hombre que se define inmensamente feliz

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A 20 AÑOS DE SU ORDENACIÓN SACERDOTAL

Por Karina Núñez

Nuestra historia de vida de este lunes es de alguien muy especial, especial para muchos, quien por su vocación, decidió ayudar al prójimo y a todo aquel que lo necesite. Siempre abierto a prestar su oído y quien siempre tiene la palabra justa, quizás en los momentos más difíciles. Un hombre que se destaca por su alegría y que su camino va de la mano de Dios.

Este pasado 10 de agosto, se cumplio 20 años de su ordenación sacerdotal y Diario La Unión decidió también homenajearlo con una entrevista para conocer su vida, la decisión de ser cura, recibirse de abogado, afrontar la sociedad y familia, al tener claro lo que quería para su existencia y para quienes lo rodean.

En una conversación amena, entre risas y con mucha alegría, tal y como siempre se lo ve, decidimos hablar con Pablo Graña Elúen quien nació el 4 de enero de 1972 en Lascano, departamento de Rocha.
Llegó a una familia que estaba conformada por «mi padre, que se llamaba Humberto Graña, que falleció, y mi madre, que se llama Dalel Eluen que vive y tiene 75 años hoy. Un hermano mayor, que es ingeniero industrial, que está casado y vive en Paysandú, tiene cuatro hijos, y una hermana menor, que está casada, que vive en Lascano y tiene tres hijos. La escuela la hice en Lascano, el liceo también hasta quinto año.

Después hice sexto año en el liceo Rodó de Montevideo y después la Facultad de Derecho, durante seis años y después me recibí de abogado. Después entré al seminario, siete años de seminario y ahora cumplo 20 años de cura».

LA INQUIETUD

Cuando le preguntamos al sacerdote, cuándo sintió la vocación e idea de ser sacerdote, nos cuenta «yo era un joven de parroquia en Lascano, siempre fui de la catequesis de niños en la parroquia. Mi familia no era una familia integrada, muy integrada a la parroquia. Por un lado mi abuela materna, quizás sí, pero poco. Yo fui a la catequesis de niños, después me fui integrando, seguí con el grupo de adolescentes, el grupo de jóvenes y me fui metiendo en la vida de la iglesia y de la parroquia. Después cuando llegó el tiempo de ir a Montevideo a estudiar, porque terminaba quinto e iba a hacer sexto a Montevideo, quería hacer una carrera universitaria y a mí me gustaba el Derecho. Pero siempre tuve como desde finales del liceo, la inquietud, pero el problema era la dificultad que en Lascano, en nuestro pueblo, en la parroquia nuestra, todos los sacerdotes que habían habido, la mayoría, de hecho cuando yo era adolescente y joven también, eran españoles y entonces uno decía, imposible que Dios llame a uno de aquí para ser sacerdote».

EL LLAMADO DEL SEÑOR

«Entonces empecé el cuestionamiento, me fui a Montevideo a estudiar la actividad, también integraba la parroquia de Montevideo. Fue un tiempo lindo y precioso y siempre me rondaba esta idea. Y cuando estaba casi terminando la facultad, me pregunté ¿cómo va a ser mi vida? Y fue ahí cuando recibí el llamado del Señor, que fue más fuerte, y así que terminé la carrera y entré al seminario».

Al hacerle referencia a Graña, cuando le plantea a su familia que quería ser cura, qué había sucedido y la reacción de ellos, dijo «al principio quedaron un poquito desconcertados, lo veían extraño, raro, pero después lo tomaron bien, lo aceptaron muy bien. Me apoyaron, mis hermanos, mis padres, mi familia».

SU ORDENACIÓN

Cuenta que después «seguí estudiando Derecho Canónico en Buenos Aires, en Argentina. Ya estando acá, iba a estudiar a Buenos Aires, y me ordené de ser sacerdote en la Catedral de Minas. Me ordenó Monseñor Wirz, que era por entonces administrador apostólico de la diócesis, momento cuando había muerto Monseñor Gil. Fue administrador apostólico desde el año 1, que murió Monseñor Gil, hasta el año 4. Ahí en el 3, me ordenó y yo estaba en José Pedro Varela y a los seis meses me destinó para Minas, así que en febrero del 2014, vine para esta parroquia y estuve hasta diciembre del 2018 en esta parroquia.
Después volví a José Pedro Varela, del 1º de enero del 2019, hasta octubre del 2021 que volví a Minas».

«NUNCA ME HE CUESTIONADO, ESTO ES LO QUE SIEMPRE QUISE»

Cuando le pido al Padre, una reflexión de si ha sido difícil la vida de sacerdote, dijo «no he tenido mucho tiempo de hacer balance y evaluaciones, pero se que he sido inmensamente feliz. Me han tocado situaciones muy difíciles desde el punto de vista de la iglesia, situaciones muy difíciles, pero nunca he sentido la soledad, nunca me he arrepentido, de si este sería el camino, si realmente sería por acá, o pensar quizás, ¿por qué no me habré casado? ¿Por qué no habré tenido hijos? ¿Por qué no habré ejercido la abogacía? En realidad nunca lo pensé, nunca el Señor me ha quitado su mano de encima, y yo he sido inmensamente feliz».

TIEMPOS DIFÍCILES

Le recordamos quizás uno de los momentos más difíciles de su carrera en la Iglesia, que seguramente fue cuando sucedió lo del obispo Francisco Barboza, por lo que dijo «ese fue un momento muy duro, afrontar una sociedad, pero que en realidad la gente siempre nos apoyó en general, a pesar de la situación del escándalo, del desconcierto, del desconsuelo».

Dijo que «siempre sentí el apoyo de los minuanos, siempre, por eso tengo un afecto a los minuanos, a todos, a los de la iglesia, a los que participan en la comunidad y a los que no participan en la comunidad. Yo siempre me he sentido muy respetado, muy aceptado, muy apoyado, muy querido.

UN DÍA ESPECIAL

«Me ordené el 10 de agosto porque en mi familia siempre era una fecha que se celebraba mucho, porque ese era el día de casados de mis padres. Así que el día que yo me ordené, ese día mis padres cumplían 35 años de casados. Mi papá falleció joven, a los 69 años y lo extrañamos. Mi experiencia de familia es preciosa y nos seguimos reuniendo, nos vemos todo el tiempo. A pesar de que uno está en Paysandú, el otro en Lascano, pero en el verano siempre nos juntamos y ahora, el pasado sábado, estuvimos todos juntos».

En estos 20 años de sacerdocio, consultamos cómo ha visto el transcurso de la sociedad en sí, en cuanto a lo que es la iglesia, por lo que dijo «ha ido cambiando en estos 20 años, 10 han sido el pontificado de Francisco, de Pablo Francisco, los primeros fueron tiempos de Juan Pablo II, después el tiempo de Benedicto, la iglesia que ha intentado y que intenta siempre estar como al servicio del mundo, al servicio de la sociedad, una sociedad que cambia, una sociedad que no siempre encontramos el rumbo, la Iglesia siempre intenta aportar lo que tenemos, que es la mayor riqueza que tenemos, que es la persona y la causa de Jesús de Nazaret, que es lo que da sentido a la vida y que da sentido pleno a la vida, no una cosa comparada. Entonces veo que cada vez los valores espirituales, la necesidad, la dimensión espiritual en la vida de las personas es más importante, es más necesario, es imprescindible.

Antes uno podía transcurrir la vida como sin hacerse la gran pregunta, pero hoy en un momento, ya sea porque estás enfrente a las adicciones que te esclavizan o estás frente a la vida que pierde sentido o estás frente a una relación de familia, de un proyecto de vida que no te sostiene, uno tiene que hacerse las grandes preguntas, ¿de parte de dónde venimos? ¿Para qué estamos? ¿Hacia dónde? Entonces me parece que la dimensión espiritual cada vez es más desafiante».

Entre la charla quisimos saber cómo se hace para guiar a una persona que quizás está en un mal camino, por lo que nos dice «el modelo es Jesucristo, el que te cambia la vida, el que te encanta, que te enamora, es la persona y la causa de Jesucristo. Nosotros somos servidores, todos los cristianos, sacerdotes, los laicos, todos somos cristianos, amigos de Jesús, que queremos transmitir esa experiencia, pero de hecho queremos transmitirlo a él».

El pasado jueves 10 sin duda fue un día especial para Graña, y él nos cuenta «el 10 de agosto también es el día de los Diáconos, porque ese día es día de San Lorenzo, que es el Patrono de los Diáconos que murió mártir, la iglesia desde siempre celebra el 10 de agosto, y entonces van a venir los diáconos, por motivo de de ser el día también de ellos y celebrarlo juntos en la catedral, con los veinte años del ministerio sacerdotal».

«DIOS DA FUERZA A MI VIDA»

Por último el padre Pablo, recalcó «he sido un hombre feliz, inmensamente feliz. Me han pasado cosas, pero Dios va dándole a mí vida la fuerza y te va llevando sobre alas de águila, que es el animal que vuela más alto».

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