18.09.2023 Hugo López: «Un montevideano en Minas»

Por Karina Núñez
A veces la vida nos da la oportunidad de conocer a lindas personas, aquellas con las que nos ponemos a hablar y parece habernos conocido desde hace tiempo atrás. En esta historia de vida se dio así, por intermedio de un compañero, dimos con esta entrevista, un montevideano en Minas, como le gusta decirse.
Amablemente fui recibida en su hogar junto a su señora y compañera de vida Clara, quien a pesar de decirnos tener un perfil bajo, se involucró en nuestra charla de una manera apasionada, contando también parte de esta vida hermosa que llevan juntos.
Hugo Luis López Santini nació el 24 de noviembre de 1957 en Montevideo. Llegó a un hogar que estaba conformado por «mi madre, mi padre, mi tío y mis abuelos y después llegó mi hermano».
Su niñez transcurrió en Montevideo, y nos contó «desde que uno tiene conocimiento, que es a partir de los 5 o 6 años, más o menos, viví en Pocitos. Pero me transpole dos años al barrio Peñarol. Del barrio Peñarol volví a Pocitos, fui a dos escuelas, jardinera y la mitad de primero lo hice en el barrio Peñarol, en frente a la estación Peñarol, y cuando volví al barrio que nací, ahí terminé la escuela. De la escuela salté directamente a la UTU. Con 11 años, hice hasta tercero de IEM. No lo culminé, fue una época difícil, una transición difícil. Y llegó un momento que mi padre dice, tú decidís, seguís estudiando o trabajás, porque no encajaba. Me tuvieron dos años limando fierros por no haber material en la UTU y yo fui a estudiar electrónica. Entonces opté por el trabajo. Yo ya tenía el oficio con mi viejo desde los 11 años de zapatero.
A los 13 trabajé en Bagnulo, pero no cumplí la cuota que me pedían de cantidad de pares y trabajé en otra fábrica de calzado. Pero un día unos vecinos con los que me crié, trabajaban en un almacén mayorista y me dijeron si quería ir con ellos a Scavón Hermanos y con ellos fue donde conocí Minas. Trabajé cinco años adentro, hasta que cumplí la mayoría de edad que me sacaron al reparto, en el cual fui evolucionando y quedé de jefe del reparto. Pero llegó la tablita del 80, ya estaba casado y teníamos a nuestra primera hija, la mayor».





37 AÑOS EN MACROMERCADO
«Ahí estuve un año haciendo changas, lo que fuera, hasta que después me consiguieron y me contrataron en una empresa, Alpasa, lo que hoy es Macromercado. Ahí transcurrí 37 años, inicié cinchando carritos y terminé como jefe operativo. Una empresa que brinda servicio, porque lo único que ahí se fabrica es por parte del carnicero o el rotisero. Después, lo demás es tener capacidad. Macromercado siempre ha tenido mucho auge, pero hace dos años que me jubilé y aún sigo en contacto con ellos, porque fueron una familia para mí».
EL AMOR Y LA FAMILIA
Cuando le preguntamos cuándo conoció al amor, nos dijo «en el año 77, a Clara la conocí en el barrio, en Pocitos. Y desde ahí, en el 79 nos casamos e inmediatamente nació Rosmary, nuestra primera hija y con los años vino María Clara, y después vinieron los nietos. Una etapa linda, hoy con 24 años Federico, 16 años Lucía y 13 Mateo».
ETAPA DE TRANSICIÓN
Cuando llega la etapa de la retirada, Hugo nos dice «toda una transición, porque fue cuando llega la pandemia, y deciden por problemas míos de salud que debía ser el primero para irse para su casa, al principio iba ser por un término de 15 días, pero pasé dos meses. Me reintegré y hubo cambios en muchas cosas, no en la empresa, sino en relacionamientos, uno se va con el correr de los años desgastando de algunas cosas. No me servía económicamente jubilarme. Pero pensé en ese momento que era limpiar la cabeza y a veces es necesario. El recibir órdenes es fácil, lo haces, cumplís, pero llega un momento que las cosas se complican, en ese entonces tenía cuatro personas a mi cargo, luego pase a tener 25 personas y el 50% mujeres. Fui evolucionando, pero con cada evolución que hacía, la responsabilidad era más, porque de 25 pasé a tener 30, y de tener 30, pasé a atender a 120 proveedores diarios, más el entorno y el personal, era jefe operativo y tenía cinco secciones a mi cargo y dos depósitos exteriores, lo cual me insumía que me levantaba a las tres y media de la mañana, me afeitaba porque era riguroso el tema del uniforme, la presencia es todo. Entonces hay que saber que luego de todo eso que me tocaba por día, había problemas, no un problema drástico, sino una ecuación a solucionar en ese momento, que eso es la inmediatez, que no es algo que se estudia. Podíamos estudiar, teníamos reuniones y podíamos estudiar estrategias de trabajo, de cómo enfrentar, pero la solución de cada momento estaba ahí, con el personal. Entonces todo eso me fue desgastando y ahí decidí que no podía seguir y decidí jubilarme».




MINAS EL LUGAR ELEGIDO
«En ese momento decidí cambiar, a pesar de que no cambió mucho la vida, pero debo decir ‘soy de Montevideo, pero hoy soy un montevideano en Minas’. Con Clara extrañamos algunas cosas, ella más que yo, porque nuestra familia la formamos allá».
López, nos dijo que «durante muchos años, además de mi parte laboral, tenía un medio de escape durante mucho tiempo, que era el deporte, el ciclismo de ruta al principio y después el mountain bike. Empecé a conocer minuanos, que hoy por hoy están en todo eso. Mis vacaciones, era licencia de todo y licencia de la familia, me venía solo. Hoy estamos evaluando si mi decisión fue buena o mala, pero fue una decisión tomada y uno asume las consecuencias y las afronta como debe ser».
MUCHAS HORAS TRANSCURREN EN EL ‘SANTUARIO’
También Hugo López, tiene otro pasatiempo, y por eso me invitó a conocer su ‘santuario’, como le llama él, su taller, donde pasa parte de sus horas, haciendo hermosas artesanías en madera, dando un gran margen a su imaginación y buscando poner su impronta a cada cosa que realiza.
«Hace 10 años debí dejar la bici por algunas nanas que vienen con los años, recién ahora empecé a andar de vuelta».
Pero este taller, dijo que lo inició bromeando con su nieto, «empece a hacerle algunas cosas y después fueron surgiendo otras, hoy por ejemplo estoy haciendo un detalle para el día del maestro, porque se regalará en un programa radial, es un banco y una pizarra, porque todo lo que hago es con un sentir, por eso es que me cuesta vender, sé que lo debo hacer, pero sinceramente me cuesta. En este lugar pasan mis momentos, mis ratos, y debo ser realista y hay una necesidad de empezar a vender cosas, debo decir que no me jubilé con lo que ganaba, en este país nunca te jubilas con lo que ganás. A veces se termina haciendo la calesita con préstamos, por H o por B, por los imprevistos, y te das cuenta que la jubilación no da».
NO ES EL FINAL, ES UN NUEVO INICIO
Cuando le preguntamos a Hugo si es un hombre feliz, nos dijo «como todo en la vida no hay 24 horas de felicidad. Pero estoy contento de haber decidido venirme a Minas. Tengo mis momentos de reflexión y puedo decir que soy feliz también sabiendo que puedo dar mucho más y que la jubilación no es un final, es un nuevo inicio».