29.07.2024 Raúl Jaimés: de oficio relojero y amante de la música desde muy pequeño

Por Karina Núñez
Querido por muchos, admirado por sus hijos, amigos y muchas personas que lo conocen, y desde ahora, alguien más que tuvo el placer de conocerlo, al estar durante un largo rato conversando de su vida, de anécdotas, de vivencias, con ganas de más, una hermosa persona, humilde, franco, directo, con un gran corazón, orgulloso de sus hijos al máximo, de oficio relojero, uno de los mejores de sus tiempos, aplicado, buen esposo y mejor padre.
Amante de la música, el folclore y el tango, con mucho para dar, con amor, experiencia, todo eso conocimos de nuestra historia de vida.
Conversamos largo y tendido en su hogar, en el corazón del barrio Estación, donde nos reímos, nos emocionamos y pudimos escribir para compartir con nuestros lectores parte de su vida.
SU VIDA
Francisco Raúl Jaimés Bon, nació el 24 de julio de 1942, en la ciudad de Minas, llegó a un hogar que estaba conformado por su papá Oscar Jaimés y su madre Marcia Bon, quien ya había sido casada y quedó viuda con 9 hijos, se casó de vuelta y de ahí nacieron dos hijos más.
Hizo hasta tercer año de primaria, «hice dos años en la escuela número 11, en el barrio donde aún vivo, pero hice un tercer año en la escuela de Villa del Rosario. Fui con nueve, diez años, a la casa de una hermana, estuve un año y algo y ahí empecé a trabajar. Trabajé en la tierra, corté maíz, hice un montón de cosas. Cuando estaba haciendo el tercer año con un maestro extraordinario y René Martínez, una maestra que realmente era hermosa, se me consiguió trabajo con una persona que tengo que agradecerle mucho, que fue un cuñado mío, Inocencio Pelúa que me dijo que precisaban un empleado en la joyería Chain como mensajero. Realmente mis padres estaban enfermos y el dinero siempre venía muy bien y desde muy jovencito comencé a trabajar, y me encontré en la joyería del 18 de julio con un hombre que falleció hace un año, que le debo el bienestar de mi familia, que fue Rómulo Saavedra.
Él trabajaba de relojero en la joyería 18 de julio. Éramos compañeros de trabajo y un día me dijo ‘si querés aprender el oficio, yo te llevo a mi casa y te enseño el oficio’. Me dijo que avisara en mi casa que llegaría más tarde de mi horario en la joyería para que fuera a su casa a aprender. Él vivía al lado de la escuela industrial y empecé a ir, incluso él ya tenía familia armada y todo y yo le agradecí mucho hasta el día de hoy. Me daba de merendar, me decía, ‘¿tenés plata para el ómnibus?’ Yo le decía que sí, a veces no tenía. Me iba a pie. Entonces él tenía mucha amistad con César Nilo Acosta, que incluso la joyería de Acosta, estaba frente a la de Chain, y como ya estaba desarmando relojes y arreglando que me quería tener y que me pagaba un sueldo y que seguía trabajando en el taller».


EL COMIENZO
«Ahí arrancó mi oficio de lleno como relojero, después me ofreció poner mi propio taller en casa, a él le servía y a mi también, me ayudó a comprar alguna herramienta, y empecé a trabajar en tres joyerías más. Al tiempo, Miguel, que era dueño de joyería Chain, me dijo que quería que me fuera a trabajar con él, me daba el el 50% del taller de lo que hacía y a fin de mes, aunque no levantaran los relojes, porque a veces los dejaban, él me lo pagaba igual».
«Fueron más de 40 años que estuve trabajando en eso, fue mi vida, pasé horas y horas haciéndolo, también jugué al fútbol hasta los 40 años, luego dirigí divisiones menores, me gustaba el deporte, ya que mi trabajo era muy sedentario y entrenaba mucho».
«LA MÚSICA ES ALGO INCREÍBLE»
También hablamos de la música, otra de sus pasiones, y Jaimés nos contó que «la música es algo increíble, porque mi familia fue muy humilde, nadie estaba en la música, pero yo siempre fui muy de observar, me gustó la naturaleza, algo importante para mí era apreciar lo que era el esfuerzo, lo que era la naturaleza, lo que eran los pájaros y un montón de cosas, y un día por agarrar un papel y empezar a escribir alguna cosa, después a medida que fui haciendo camino, me encontré con gente que le gustaba la música, pero nunca estudié nada, pero me puse a componer algunos temas».
Raúl hijo, desde muy chiquito también amó la música, desde los 8 años ya tocaba la guitarra y fue así que dijo «empezamos juntos, a él le encantó siempre cantar y tocar la guitarra, empezó a aprender la guitarra con Lícer Acosta, siempre le gustó tener ritmos de samba, y otros tantos. Entonces salió eso tan lindo, empezó a hacer cosas, y yo dentro de lo que humildemente podía, empecé a escribirle alguna cosa. Incluso empezó a ir a programas, programas con Julio Romero, con esas personas, donde él ya empezó a ir a algunos escenarios y aparte tenía condiciones, él tuvo algo muy importante, pienso que es algo muy importantísimo en la vida, que es la humildad, es muy querido y eso me llena de orgullo», afirma.
Cuenta también que desde muy pequeño comenzó su hijo a participar de concursos y cuando tenía 13 años ganó un primer premio a nivel nacional. «Me gusta contar la anécdota porque es una cosa muy linda, porque aquellos que a veces tenemos que luchar un poco y solo le damos valor a lo real, debía presentar tres temas grabados en cassettes, y uno tenía que ser inédito. Fue en ese momento cuando le escribí ‘La paloma de la paz’, momento donde salíamos de algo difícil en el país y ganó el primer premio. El premio eran, mil dólares, en aquel entonces era mucho dinero, y como anécdota, es que para ir a Montevideo, tuvimos que hacer maravillas, porque andábamos con los pesos contados, y se vino con mil dólares». Tanto Raúl como su hijo se fueron enamorando cada vez más de la música y siempre juntos.
25 AÑOS DE «POR LOS CAMINOS DEL FOLCLORE»
Al consultarlo cuándo nacen las ganas de tener un programa radial, nos cuenta «yo iba mucho, al programa con mis hijos de Julio Romero, de José Gadea, y con Romero teníamos una amistad muy linda, incluso él siempre tratándole de dar para adelante a Raulito, y siempre llevándolo a un lado y a otro».
Así fue como se comenzó con la radio y «el 1º de octubre cumplo 25 años, ahora estoy yendo poco porque ando con mis nanas, pero «Por los caminos del folclore» sigue en pie, en el horario que tenemos ahora, que es de 17 a 18 y 45 horas, siempre con la música del folclore y el tango».






EL AMOR
Cuando hablamos con Jaimés del amor nos dice «hace 51 años que me casé, conocí a mi esposa en el barrio, a dos cuadras, ella me dijo que tenía 14 años y en realidad tenía 13 cuando la conocí y yo 19. Pasamos una vida juntos, dos hijos hijos, primero Rossana y después Raúl. Rossana todavía vive conmigo, es una gran compañía, sin duda, y soy muy feliz por el cariño que me da. Tratamos de entendernos, trato de ubicarme en mi vida y en mis años y de no meterme en las cosas de ellas para nada. Si me consultan algo, doy mi opinión, si no, no».
Cuando preguntamos si ha sido un hombre feliz, nos dice «la vida tiene etapas, tuve una etapa de adolescente complicada, mi padre estaba enfermo y a veces en mi casa faltaba hasta lo más necesario, después nos fuimos recuperando de a poquito, y después tuve otra etapa que me dolió mucho, porque mis viejos se separaron. Tuve una juventud luchadora, pero cuando me casé fuimos con mi señora cumpliendo todo de a poquito, hasta formar este hogar donde después vinieron los hijos».
«MI RESPIRACIÓN»
«Mis hijos son mi orgullo, es lo que lográs en la vida, siempre les digo, a veces me pongo a pensar que para ellos no debe ser fácil tener un padre con 82 años, porque el mundo va cambiando. Pero yo vivo feliz y mis hijos son la respiración».