12.11.2019 Una pincelada de lo que vivimos, hoy es un hermoso recuerdo

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Por Omar Guillén

Qué tiempos aquellos, se puede decir de alguna forma para meternos en el túnel invisible, pero existentes justamente del «tiempo». Haciendo un poco de memoria algo que nos permite retrotraernos y situarnos en momentos de nuestra vida, que era la de muchos – muchachos por entonces- que aparecíamos en país chico pero con un nivel excelente en cuanto a la vida democrática y dónde se nos mantenía de alguna forma en la consideración de los vecinos y los no tanto como la Suiza de América.

Pero bueno para nosotros aquel momento, ello pasaba en alguna medida por encima y nos ocupábamos de otras cosas. Hoy nos situamos en el deporte que practicábamos en una zona clave de la ciudad Plaza de Deportes Nº 1 del Barrio Olímpico. La llegada diríamos de tres adelantados en el trabajo con los jóvenes a los cuales nos adaptamos y participamos de lleno. El líder de ello, sin temor a equivocarnos fue el profesor Juan Radames Ventura Olivar, no sólo llegó con lo último en trabajo en Educación Física, sino que lo hacía con una dinámica y una fuerza tal que nos ponía en la ruta del laburo de nuestros cuerpos para mantener aquello de «cuerpo sano, mente sana» o algo por el estilo.

Los días indicados para un trabajo global, los sábados desde las primeras horas de la tarde. Preparaba una serie de cuestiones, con trabajos físicos que nos permitían en primer lugar ir tomando forma, pero a la vez convivir de manera muy fuerte en muchachos que tenían nuestras disputas y discordancias lógicas en constante discusiones por los temas que eran actualidad por aquel entonces (más de medio siglo) ha pasado. El trabajo consistía en trotar dentro de la Plaza de Deportes, luego hacer saltos largos, alto y con garrocha para los más capacitados para esto último. Luego de ello un breve descanso y se formaban equipos de 11 o más y se jugaban partidos de fútbol en la denominada «cancha pelada» que era la que estaba sobre calle Guernica con arbustos y «transparentes» detrás de lo que serían los arcos.

Eran siempre 12 a 15 equipos y la selección de jugadores se hacía por medio de capacitaciones que el propio Ventura determinaba teniendo en cuenta el conocimiento que tenían sus alumnos.

Algo muy particular, «pisando» como lo decía y hacíamos, es decir caminábamos frontal los capitanes y el que llegaba primero y ponía el pie sobre el otro, comenzaba eligiendo los jugadores que prefería. Los restantes estábamos sentados en el suelo en rueda. Construidos los equipos Ventura era el árbitro y a la vez nos iba dirigiendo, el lo que debíamos hacer con la pelota, meter pases, driblar, en fin había muchos golpes e incluso en más de alguna ocasión riña. Los tiempos eran acotados porque se nos iba la tarde, los ganadores iban a una ronda eliminatoria también rápida de un solo período, hasta llegarse a la etapa final. Algo muy bien programado por el excepcional estratega de estas cuestiones como lo era el querido «Petiso» Ventura». Y allí concluían algunos ya jugadores de primera división y otros que lo fueron luego como Antonio Pelua, el Oso Gimeno, el Pelucho Cedres, papá el popular jugador internacional Gaby Cedres, los Santana, alguno de los Píriz, el Avispa Rodríguez chico que venía con una barra de la Estación, en fin éramos más de 150 jóvenes cada sábado en el lugar.

Ventura contó luego con dos aliados que él mismo hizo venir a Minas como el profesor Adami Rivas y el popular «Loco» Ávila un fenómeno como persona.

Ellos se acoplaron al equipo de trabajo y la verdad que aprendimos mucho de lo que significaba el deporte por el deporte mismo y fuimos mejor sociabilizados por la forma de ser, de actuar de estos tres queridos profesionales.

La parte femenina estaba a cargo de dos muy estimadas profesoras Ofelia Gaudino y Nelly Hernández, ellas hacían el trabajo con las chicas de aquel entonces, niñas y jovencitas. Aquello de los sábados en la querida Plaza De Deportes Nº 1 era todo una fiesta con decenas y decenas de muchachos y muchachas que encontrábamos en el lugar instancias que nos formaban de forma muy particular, y que nos ha servido para el resto de nuestras vidas.

Por lo que creo que es el sentimiento de todos lo que fuimos partícipes de ello, de gran agradecimiento a esos profesionales algunos de los cuales ya no están entre nosotros pero si nuestros corazones, Fue sólo una pincelada de recuerdos que al menos en lo personal son imborrables por el gran legado que nos dejaron.

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