22.04.2021 Héroes anónimos con uniformes: la jornada de un médico de CTI.

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uniforme cti

Por Karen Corbo

La literatura nos ha dado miles de ejemplos de héroes y heroínas, generalmente son seres con poderes extraordinarios, que si bien cuentan con apoyo de algún ayudante, el principal trabajo lo realizan solos, y justamente, han pasado a la historia en soledad. Pero cuando el enemigo es silencioso, invisible y masivo, no existe súper poder que pueda con él, por lo que el héroe no puede concluir su epopeya de forma individual. Se necesita un equipo con respaldo de todos.

Esto es lo que ha pasado en la pandemia del coronavirus Covid-19. Los trabajadores de la salud se exponen diariamente tratando de salvar vidas, con batas y uniformes, equipos que muchas veces los incomodan, luchan con estrés permanente y poniendo su integridad física en riesgo todos los días.

Diario La Unión conversó ayer con el médico intensivista Alejandro Laíno sobre el trabajo diario que realizan los trabajadores de la salud en el sector más complicado de los centros asistenciales.

La rutina

Alejandro tiene 43 años. Está casado con Rosa y tienen dos hijas: Hada y Alexia. Empezó la facultad de medicina en 1995 y se recibió en 2005. Ese año comenzó a trabajar como médico de medicina general en la emergencia del hospital Alfredo Vidal y Fuentes, que se encontraba bajo la dirección del Dr. Daniel Ximénez.

Siempre quiso ser médico. «Desde chiquito no sé por qué tomé esa orientación, esa idea, esa fantasía que fue siguiendo una ruta y paso a paso se fueron dando año tras año los objetivos. En algún momento me encontré entrando a la facultad, una etapa que pasó volando, medicina general y después la orientación de medicina crítica», recordó.

Alejandro Laíno, médico intensivista

Alejandro tiene dos rutinas: una para su trabajo y otra para cuando llega a su hogar. Con respecto a la segunda, en su casa tiene un protocolo para su ingreso. «Saliste de acá con la ropa limpia, dejaste la ropa que trabajaste y que sigue su proceso pero llegás con ese cuidado que tenés que tener para con los tuyos. Ahí el protocolo domiciliario, llegás con todas las medidas de higiene a bañarte antes de saludar a nadie y después ahí arranca tu vida en familia», describió.

En el trabajo, la rutina del médico intensivista es bastante diferente a la de otros empleos, porque «trabajamos bajo sistema de guardias, trabajamos generalmente en guardias de 24 horas y el intensivista tiene una forma de multiempleo, entonces trabaja tres a cuatro guardias, generalmente se trata de no más de tres guardias de 24 horas en la semana».

Viernes 13

El mundo ya venía lidiando con el Covid-19 desde finales de 2019, sin embargo, para los uruguayos fue un antes y un después cuando se anunció la aparición de los primeros casos en el país el 13 de marzo de 2020.

«Ese primer año, ese viernes 13 anecdótico quedará marcado para siempre, esos primeros días fueron terribles. Lo vivíamos todo con mucho miedo, pero miedo por nuestras familias y porque no se sabía mucho. Con el correr del tiempo, con el conocimiento, con este camino de aprendizaje que se dio, las medidas que tomamos son estrictas siempre, día a día, sin bajar la guardia. Llegás a la guardia, están los enfermos, el personal y te movés bajo todos los protocolos que hay, pero sí ha cambiado, muchísimo», comentó el médico.

La atención en el CTI también cambió. «Cuando arrancó la pandemia era una cosa. Se dio todo un proceso como en todo el mundo, toda situación lleva un proceso y al principio atendíamos en el CTI polivalente todo lo que viniera. Después con el correr del tiempo cuando se dio ese número mayor de casos acá en el hospital y otros hospitales se formaron nuevas áreas de cuidados críticos pero al principio atendíamos todo», relató Alejandro, que actualmente se desempeña como médico intensivista en el CTI Polivalente del hospital local.

«Al principio fue bastante estresante porque nos enfrentamos a algo nuevo, en lo cual uno por lectura y por ver lo que pasa en el mundo veía que en Europa no solo morían pacientes, colapsaban los centros de salud y se daba de que personal de la salud, enfermería, licenciados, los médicos, también se enfermaban y entraban a morir. Pasó bastante tiempo como para que se dé lo que se dio ahora, salieron las vacunas y a partir de eso y que pudimos vacunarnos ya la situación es distinta, cómo uno enfrenta la situación de atención de los enfermos, venir a trabajar. Somos personas que vamos a trabajar», expresó. Desde que comenzó la pandemia fallecieron once trabajadores del personal de la salud en Uruguay.

Las vacunas

En cuanto se vieron los primeros estragos que causó la enfermedad, la comunidad científica internacional se abocó a la creación de las vacunas que pudieran prevenir el desarrollo de la enfermedad o al menos reducir los efectos más graves que causa en el cuerpo. De esta forma surgieron vacunas en Rusia, Alemania, Estados Unidos, China, entre otros, que ya son utilizadas para paliar la pandemia, pero que no eximen de continuar utilizando las medidas de profilaxis recomendadas por las autoridades sanitarias.

La aprobación y posterior comienzo de campaña de vacunación significó un respiro para los trabajadores de la primera línea de batalla. «Cuando estuvo esa luz de que la ciencia avanzó y se logró la vacuna, ahí pudimos ver que la situación iba a tomar otro rumbo a nivel global, latinoamericano, a nivel país las cosas de a poco iban a empezar a cambiar. Eso pasa con el personal, nosotros fuimos dentro de las personas que se vacunaron primero por necesidad, el sistema precisa que no nos enfermemos. Ojo, no hay que descuidar, que uno vacunado puede portar el virus y seguir transmitiendo. De acá me voy a mi casa, vivo con mi familia, con mi señora, con mis hijas, veo a mis padres que son mayores», afirmó.

«Siempre estás todo el tiempo con mucha atención en lo que hacés, con todos los cuidados que lleva de higiene, de vestimenta a la hora de asistir a los pacientes», agregó.

La enfermedad

El intensivista Fabio Grill, que cumple tareas en el hospital Maciel en Montevideo, comentó a comienzos de abril en una entrevista con el programa En Perspectiva que «en mi vida vi una patología que ingresara tantos pacientes por día, y estamos hablando además de un 80 por ciento de fallecidos entre los que reciben ventilación mecánica».

En el hospital de Minas «hubo picos, por eso se formó el área de CTI Covid en el cual ingresaban de a varios pacientes pero nunca el sistema llegó a colapsar. En el interior lo que hablo con los colegas, en la zona norte han trabajado muchísimo, en Rivera. Después en la capital está todo el tiempo ingresando enfermos», sostuvo.

«Eso no es menor, porque el área crítica viene ya hace más de un año trabajando bajo un estrés que si bien estamos formados para eso no dejamos de ser personas, es un trabajo constante, arduo y que no baja y que no va a bajar por ahora. Como ven en los medios, como informa el ministro (de Salud Pública Daniel Salinas) estaríamos entrando en una fase de meseta pero ni cerca de bajar los brazos», manifestó Alejandro.

Consultado al respecto, el intensivista sostuvo que el sistema sanitario no estaba preparado para la pandemia. «Si mirás la historia esto se da cada 80 años, 100 años, capaz que nos tendríamos que haber fijado en el almanaque», mencionó entre risas. «Pero rápidamente como en toda crisis el sistema, el ser humano está en el fondo, en su genética, reaccionar y buscar la manera de salir adelante. Rápidamente el sistema buscó la manera, se armó y hoy en día estamos preparados», subrayó.

Los negacionistas

Por un lado están los que continúan haciendo caso omiso de las medidas recomendas, no utilizan tapabocas, salen con la misma frecuencia que antes de la pandemia y se reúnen. Por otra parte están quienes desconfían aún del contexto sanitario y niegan la eficacia de las vacunas.

«Por un lado (la actitud de) los jóvenes me genera un sentimiento te diría de tristeza. Ya estoy en los 43, fui joven, me gustaba hacer lo que hacen los jóvenes pero siempre tenía la línea de lo que decían mis padres y me manejaba con respeto. Ha cambiado la sociedad en algunas cosas para bien y en otras para mal», reflexionó el trabajador.

«Que no llegue el mensaje de que se pueden enfermar ellos porque hoy en día estamos viendo pacientes jóvenes que transitan la enfermedad y que se mueren, que no les llegue el mensaje de que ellos van a transmitir y enfermar a su padre, su madre, sus abuelos y que se pueden morir me genera mucha tristeza, que no puedan integrar eso», agregó.

Otro grupo que no ha estado exento de polémica es el movimiento «Médicos por la verdad». «Los he escuchado. Como todo en la vida uno sigue lo que piensa, escucha lo que otros piensan, se forman grupos y siguen su verdad. El tema acá es que la ciencia tiene la verdad en esto, no hay misterio, entonces que este grupo defienda esas cosas siendo científicos, es algo que yo no los acompaño. Trato de contagiar a todo el que pueda que se vacune, que se cuide, es un momento complicado que va a pasar pero va a pasar si entre todos tenemos el mismo rumbo», señaló.

Afortunadamente en las últimas semanas hubo un cambio de comportamiento en la sociedad que llevó a una meseta en la cantidad de casos que se registran a diario. «No se ve lo que se veía hace un par de semanas. Se da también bajo el pedido de las autoridades de la reducción de la movilidad pero me parece también que fue muy importante la salida a los medios de los representantes de medicina crítica que empezaron a decir ‘miren muchachos que nos estamos empezando a desbordar, hay mucho trabajo, nos podemos quedar sin camas, camas de asistencia’. El enfermo que requiere CTI y que no ingresa como pasa en otros países, en el Mercosur no hay que ir muy lejos, ese paciente se muere. En Uruguay no pasado eso. Esa noción de que había algo muy complicado creo que también llegó y redujo la movilidad para hacer las cosas que hay que hacer, las importantes en este momento», indicó.

Siempre quiso ser médico. Tiene 43 años, en 2005 comenzó a trabajar como médico de medicina general y en 2011 como intensivista

El estrés

Hay profesiones que generan más estrés que otras, sin embargo, es indudable que aumentó en el contexto actual para practicar la medicina. «Arranqué a trabajar y trabajo bajo estrés desde hace muchos años. Fue a lo que me dediqué. Es algo que aprendés a convivir con él, no te das cuenta, lo integrás y es una forma de vida y de trabajo. Ojo, tratamos de que ese estrés laboral quede acá, mañana me voy a mi casa y no» lo lleva. «Algunas lo podemos llevar mejor y otros no tanto», mencionó.

A la enfermedad que causa el virus, se le suma que hay pacientes que siguen requiriendo cuidados en CTI. «Ahí no solo hablamos de áreas críticas, un infarto que precisa una hemodinamia, tiene que estar el centro de hemodinamia disponible para asistirlo. Cada quien tiene su protocolo, los enfermos se siguen asistiendo con esos protocolos, los traumatizados se siguen atendiendo bajo protocolo. La forma de asistir cambió pero todo paciente que requiere ingreso a cuidado crítico es ingresado», enfatizó.

Las familias

Además de los pacientes, para las familias también es un momento difícil cuando un ser querido se debate entre la vida y la muerte, ingresado en un CTI, donde se es más consciente de la gravedad del caso.

«La medicina crítica tomaba un rumbo nuevo antes de la pandemia que era la humanización tratando de cambiar una parte de la forma de asistencia. Humanizar significaba un mayor relacionamiento con la familia, con el paciente obviamente que ya lo tenemos porque el enfermo está 24 horas con nosotros pero se estaba tratando de integrar a la familia, de a poco a ser parte de ese tratamiento y que tenga la emoción de lo que está pasando en forma un poco más cercana», consignó Alejandro.

«Todo esos pasos que se dieron se perdieron de a poco, nosotros al principio dábamos informes presenciales, es lo que entendemos que está bien porque trasmitir el tipo de noticias que trasmitimos, uno tiene que estar cara a cara, el trasmitir una noticia no es solo decirla, uno maneja no solo la palabra sino la gestualidad, va trasmitiendo según la emoción que uno encuentra del lado de enfrente, de a poco, a veces más, a veces menos y todo eso lo perdimos en este momento», expresó.

«En este momento no hay informe presencial en medicina crítica, creo que en la mayoría de las unidades, incluso no hay visitas de familiares. Para eso integramos la tecnología, el paciente que está lúcido, estable, tiene un teléfono, se puede comunicar, hace video llamadas y tiene esa comunicación. Es más difícil en el crítico grave, severo, que ahí nosotros tratamos de llevar a la familia la realidad día a día. Pero es telefónico», comentó el médico.

Las despedidas

En un lugar donde la vida de los pacientes pende de un hilo, aprender a lidiar con la muerte es parte del trabajo. Las imágenes de médicos, enfermeros y nurses que han ayudado a familiares a despedirse de sus seres queridos en plena pandemia, han recorrido el mundo y emocionado.

«Es el momento más complicado. Tenés dos despedidas: una despedida es la complicada que es el enfermo que se va a morir, es el enfermo que se da ese proceso en esos días. Cuando tenés esa posibilidad, cuando se da esa situación ahí uno va transitando y va acercando a la familia esa noticia y se da esa asimilación de a poco. A veces hay posibilidades de que la familia entre a despedirse con todos los implementos de seguridad que conlleva pero tratamos de que sea así. El enfermo que fallece en forma brusca ahí es más complicado porque es una noticia que no se esperaba», explicó Alejandro.

«Después está la otra despedida, cuando el enfermo estuvo grave, estuvo mal y salió adelante y se va de terapia intensiva. Eso nos pone contentos a todos, no solo a la familia», expresó.

El apoyo

Como decíamos al principio de esta nota, hasta los héroes necesitan apoyo. «En mi caso mi familia, es fundamental, es un pilar fundamental para que yo pueda tener la fuerza, es el combustible del motor para poder enfrentar diariamente todo esto que está pasando. A Rosa que es mi esposa, Hada mi hija más grande y Alexia, un beso enorme, se lo voy a dar mañana (por hoy)» cuando finalice su guardia.

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