20.01.2025 Iveth Bueno: «Extrañe al retirarme de la docencia y aun tengo nostalgia de los pasillos del Liceo y mis compañeros»

Por Karina Núñez
Nuestra historia de vida hoy es de una docente muy querida por sus alumnos y compañeros, pasó gran parte de su vida en salones de escuelas y liceos, siendo su vida y lo que le ha dado la felicidad de compartir con quienes ha dejado su legado.
Iveth Bueno Méndez nació en la ciudad de Minas el 15 de octubre de 1956, hoy con 68 años, jubilada, su vida pasa por disfrutar sus tiempos, hacer lo que realmente le gusta, lo que le llena el alma, cuidar de su mamá que tiene 96 años, disfrutar de sus hijos y una hermosa nieta de dos añitos que llegó a completar la felicidad.
SU NIÑEZ
Iveth es hija única y llegó a un hogar conformado por su papá, Rubén Bueno, que trabajó en ANCAP, era el chofer de ANCAP desde que se fundó. Empezó a trabajar ahí y trabajó hasta que se retiró porque estaba enfermo.
Su mamá, Irma Méndez, con 96 años actualmente y quien fuera modista durante toda su vida.
Nuestra entrevistada recuerda su niñez como una etapa muy linda. «Vivíamos frente al hospital, después nos mudamos para la vuelta del hospital por Casas Araújo y después papá construyó una casa pegado al hogar donde hoy es el INISA».
Concurrió a la escuela 2, en horario de la tarde, y nos cuenta que «mis padres tuvieron siempre una visión impresionante con respecto a mi vida y a mi formación, a la importancia de la educación. Algo diferente, porque ahora no todos los padres tienen esa visión. Yo tenía 5 años y me pusieron a estudiar piano, no sabía ni leer ni escribir. Me enseñaban el solfeo de memoria, también me pusieron a estudiar inglés desde chiquita y después hacía declamación, que en aquella época se usaba para estudiar declamación. Siempre me apoyaron para estudiar, para formarme en la vida, era buena estudiante, me gustaba, siempre me gustó estudiar. La escuela me encantó, el liceo me encantó, desde siempre».
Concurrió en su adolescencia en el liceo Fabini y «después de terminar el liceo no sabía bien qué quería hacer, porque a esa edad a veces cuesta definirse, pero me gustaba la abogacía. Pero era una carrera larga, eran épocas difíciles, porque era la época de la dictadura, épocas complicadas, única hija, mis padres me protegían impresionante. Entonces mamá, con buen criterio en realidad, me aconsejó, ‘¿por qué no haces magisterio que lo puedes hacer acá?’ Y me dijo, ‘después que tengas ese título ves qué querés hacer’. Y la verdad fue más que acertado lo que me dijo mi madre, porque empecé con la práctica en la escuela y me empezó a apasionar la docencia. Me construí la vocación en el vínculo con los docentes, con los profesores y con los niños, siendo así que fui construyendo mi vocación docente».
SU PROFESIÓN
Al año de recibirme de maestra, habían puesto los profesorados libres en el instituto y empecé a ser profesorado de idioma español. Lo terminé en el año 86″.
Al consultarle si era algo que también le gustaba, nos dijo; «cuando terminé magisterio buscaba, como todo el mundo, trabajo por todos lados, en el liceo, que en aquella época eran designaciones directas. No tenías que presentar méritos, ni nada. Entonces presentaba el título de maestra, que era lo único que tenía. Me presenté en los liceos, en las escuelas, en los colegios, porque realmente estaba desesperada por trabajar. Me presenté en el liceo y me llamaron, me ofrecieron geografía, porque en aquella época era muy al azar todo, también me ofrecieron idioma español y me gustó más el idioma español.
Empecé a relacionarme muchísimo con las profesoras de idioma español de aquella época, excelentes personas. Empezaron a orientarme y a acompañar.
Empecé a trabajar con algún grupito, sin saber prácticamente nada, pero ya estaba haciendo el profesorado. Me definí por eso, porque siempre me gustaron más los adolescentes para trabajar, cuando estuve en las escuelas, me gustaba dar clases a los quintos y sextos años. Trabajé en la escuela 102, durante un año, y en la 12, del barrio Las Delicias, pero después ya no más, porque me dediqué al liceo. Me gusta decir que soy una bendecida, porque Dios me presenta las cosas en el camino. Muchas veces no la tengo clara, pero después veo que eso era lo que yo quería hacer. Me apasiona estudiar lengua, me encanta trabajar, enseñar lengua, y sigue gustándome de alma. Trabajé desde el año 1980 hasta 1999 de profesora de idioma español. En el instituto trabajé hasta el 2010, trabajé en formación docente, donde daba clases de lengua también. Preparaba a las futuras maestras, me encantaba. En el verano del 98, di el concurso, donde me efectivicé en secundaria por concurso de mérito y ese año salió un curso para directores, lo cual tampoco tenía claro si lo quería hacer, y una amiga me motivó a hacerlo. Di el concurso, estudiábamos con Marta Rodríguez y Graciela Marcapidez, que son amigas mías, y a las tres nos fue muy bien. En el 99, en agosto elegí el liceo número 2, y estuve 15 años en el liceo de directora. Nuevamente encontré que la gestión me encantaba, era un liceo precioso, me gustaba vincularse con los chiquilines, me gustaba vincularse con los padres, estuve en las comisiones de APAL. Era directora del diurno y el nocturno, y tenía dos subdirectores, uno en el diurno y otro en el nocturno».
Luego, contó que se trasladó a la dirección del liceo Fabini, donde trabajó los últimos tres años.
También estudió Licenciatura de Lingüística en la Facultad de Humanidades, algo que le amplió el horizonte en el intercambio de conocimientos a nivel universitario.
Le preguntamos como docente de tantos años de idioma español, cómo ve hoy el tema cuando se dice que a los jóvenes o a los niños no se les puede corregir las faltas, la ortografía y todo eso y nos dijo; «eso es espantoso, en realidad la enseñanza de la lengua está trabajándose muy mal, según mi criterio y mi humilde criterio. Porque la lengua es un sistema que tiene normas, reglas que rigen ese sistema, para que ese sistema sea adecuado. Pero las reglas no se aprenden intuitivamente. Las reglas hay que razonarlas y después internalizarlas. Después sí las haces automáticamente, como el que aprende los usos del tilde, que es una cosa básica que hay que aprender. Eso es una de las miles de cosas que hay que aprender, después lo automatizás y no tenés nunca más dificultades de ortografía en cuanto al uso del tilde. Después hay otras reglas que se relacionan con otras formas de escribir, con otras características de la escritura. Pero sí hay que aprenderlo y tiene que haber alguien que lo enseñe. No es solamente leyendo y escribiendo. Leer y escribir estimula y ayuda mucho el aprendizaje de la escritura, pero es necesario reflexionar sobre las normas de la lengua, las reglas de la lengua, en cuanto a la sintaxis, en cuanto a la ortografía, en cuanto a las características de los textos eso es imprescindible».



LA RETIRADA
Iveth se jubiló de secundaria el 31 de diciembre del 2018, después le ofrecieron la dirección del colegio Nuestra Señora del Verdún y estuvo dos años.
Remarca que «extrañé y todavía tengo nostalgia, me jubilé en realidad porque notaba que me cansaba físicamente, quizás también mentalmente, y no rendía tanto como yo quería. Entonces tenía 38 años de trabajo, cuando me jubilé, y 61 años. No me retiré porque no disfrutara, siempre disfruté, seguía disfrutando de ayudar a los chicos cuando tenían problemas, acompañarlos, hablar con ellos, incluso con los más fatales que a veces se enfurecían, decían cualquier cosa, pero después ellos se iban furiosos y volvían porque se daban cuenta de que lo que vos les habías dicho tenía algo de razón».
«AUN EXTRAÑO»
«Nos cuenta que lo que extraña es el vínculo con los compañeros, me sentía precioso con los compañeros cuando estábamos en las diferentes reuniones, en los pasillos cuando nos veíamos, eso es lo que más extrañé y sigo extrañando».
Iveth tiene dos hijos, dos varones, Tabaré y Abayubá de 44 y 40, y una nietita de dos años, «que gracias a Dios es una bendición, no te puedo decir lo que es, me tiene chocha».
UNA NUEVA ETAPA
Luego de haber dejado de trabajar, encausó su vida en otra etapa, «antes irme pensaba que debía hacer alguna actividad y pensaba en hacer teatro. Antes de retirarme, empece con los talleres de teatro del MEC, que venía Silvia Novarese, me anoté, y ahí empecé otra etapa, otro grupo, otros aprendizajes realmente preciosos. Después Silvia dejó de venir porque se le complicaba, ella trabaja mucho en Montevideo, y trabaja en Piriápolis también, tiene talleres de teatro. Entonces, habíamos quedado y un día me invitó Carlos Gazagoite, para integrar la Comedia Departamental, me ofreció participar en una obra, y por suerte he permanecido. Me encanta el teatro, lo último que preparamos fue ‘La Familia Merengue’, que estuvo divino, porque además dos veces llenamos el teatro con niños de las escuelas, hasta de las escuelas rurales y eso fue impresionante».
También le hablamos de sus ganas de hacer candombe y dijo «siempre las tuve, a veces en el Liceo 2 teníamos muchos chiquilines de la Filarmónica, y siempre había alguna instancia del año que hacíamos alguna fiesta, algún proyecto o algo, y metíamos el candombe, y llevábamos chiquilines con los tamboriles, y yo bailaba, se reían de mí, porque además en la fiesta me ponía a bailar sin ningún prejuicio, sin ningún problema. Entonces, decía, cómo me vibra el alma, el cuerpo, cuando siento el tamboril, es una cosa impresionante, todos se asombraban y se reían. Siento un tamboril y me vibra todo y un día, Bruno Viera, que es el coreógrafo de Cruzadera, conversando le comenté lo que sentía al escuchar los tambores, entonces Bruno, que cuando se le ocurre una idea, no para, me escribía para que me animara a ingresar a la comparsa, al principio más o menos, porque nadie me conocía, pero después me fui integrando. Salí la primera vez en el 2019, después, en el 20 y el 21, no hubo, por la pandemia, en el 22 fuimos a Las Llamadas y el año pasado salimos acá.
Ahora estoy en las nubes, porque a Bruno lo contrataron de coreógrafo de La Facala y nos invitó a unas compañeras y a mí para participar en Las Llamadas de Montevideo con La Facala. También, desfilaré con Cruzadera y no puedo decir lo que disfruto de los tambores, porque la gente es cariñosa, abierta y receptiva».
«UNA AGRADECIDA A LA VIDA»
«Soy una agradecida a la vida por todas las oportunidades y a Dios que me ha dado. Porque es algo maravilloso. También soy católica, es una parte de mi vida que me gusta compartirla, porque es importante y cada cual tiene derecho a pensar y a integrarse a lo que quiera, siempre que lo haga honestamente, con coherencia en su vida. Siempre fui católica, participaba pero poco en la iglesia y ahora me integré a grupos de la iglesia y estoy participando. Tenemos un grupo que se llama Pastoral Carcelario. Vamos a la cárcel a trabajar con los privados de libertad, realmente ha sido una experiencia impresionante. Dar la esperanza de que todos podemos cambiar, que todo puede ser diferente en la vida, es una experiencia impresionante».
Nuestra última pregunta siempre es si ha sido una mujer feliz y nos dice «he sido y soy muy feliz, he tenido problemas también en la vida como todos, como todo el mundo. Pero los he superado, gracias a Dios. También me ha ayudado mucho el amor de mis hijos, mis amigos, mi madre. Si saco el porcentaje mayor de mi vida, he sido feliz la mayoría de las veces, más que nada por las cosas que me ha regalado Dios y la vida».